Loreto, Baja California Sur

"El templo de Loreto lucía nupcial la mañana del once de julio. De la fachada colgaban cadenas y campanitas de papel blanco. En el humilde atrio se construyó una pérgola techada de magnolias, pacientemente cultivadas durante meses por las primas de la novia. El pasillo de la nave eclesial cuajaba de flores hechas de terciopelo azul nevado, claveteadas una en cada extremo de cada banca, desde el portón principal hasta los dos reclinatorios arrodillados frente al altar. De flor a flor pendían cintas de tela de velillo, que, según explicaba una de las decoradoras, representaban la unión sacramental de la pareja católica. A las doce y pico mandó avisar el padre que ya estaba bien de calores, que la misa comenzaba con novia o sin ella. El recado voló y la madre corrió hasta la calesa. De inmediato salió de ella un gran velo y un vestido blanco, pomposo, lleno de pliegues, bordados, moños, lazos, sobrepuestos de pana fina, tela de encaje y racimos de perlas falsas en abundancia. Dentro de todo eso debía de estar un ser viviente, pues aquel cúmulo de ropas se desplazaba rápidamente hacia la puerta de la iglesia. Parecía un cumulonimbo flotando a ras del suelo. El vestido y sus acompañantes pasaron bajo las magnolias y se internaron en la atmósfera canicular del templo".

Fragmento. EL DIOS DE LOS JILGUEROS. Francisco Altable.